En esta nueva entrega de “hábitos tóxicos” analizo las 3 razones por las que no es conveniente la evitación. La evitación te promete una gran recompensa, pero en realidad te deja peor que de lo que estabas.
Hace un tiempo escribí sobre “el pensar demasiado”. En caso de que no lo hayas leído, echa un vistazo aquí.
En esta ocasión voy a hablar de la evitación, que es el término técnico para el “no te escucho, no te veo, no te hablo” -cada vez que algo angustiante se cruza en tu camino. Resumiendo, es una manera de tratar – o no tratar, por así decirlo – con algo estresante.
Los ejemplos de evitación cubren una gran gama – es posible evitar a las personas que te hacen sentir nervioso, situaciones que te hacen sudar, o lugares “incomodos”. Por ejemplo, es posible que evites trabajar en tu novela porque tienes miedo que a los críticos no les agradará. Es posible que hayas dejado de viajar, porque te preocupa que el avión se estrelle. Y ¿cuántos habrá que no han ido al dentista en años?
Hay Más… Debajo de la Evitación
Sin embargo, la evitación no sólo se esconde de algo que causa miedo por ahí – también puede significar que te ocultas de algo de que te da miedo dentro de ti mismo, más a menudo las emociones negativas como el miedo, la ansiedad, el vacío, frustración, falta de autoestima, o vergüenza. Es posible calmarse con las drogas, el alcohol, el atracón emocional, o simplemente andar por la nubes delante. La dilación es una forma clásica de evitación, como lo es buscar pelea para evitar enfrentarnos con la emoción real que nos molesta (que es lo más próximo, la ira es a menudo más aceptable para nuestro cerebro que sentir dolor o miedo).
Así, aparte de las desventajas obvias de ahogar tus penas en alcohol o jugar Grand Theft Auto, cuando se supone que debes estar trabajando, ¿Por qué la evitación es tan tóxica? Estos son los 3 grandes costos de evitación:
La evitación te enseña que las cosas cotidianas son peligrosas
¿Como funciona esto? Vamos a usar a “Bruno” como ejemplo.
Bruno odia las reuniones sociales, como las fiestas. Cree que es un conversador muy incómodo, por lo que se obliga a asistir cuando tiene que hacerlo, pero pasa mucho tiempo en el baño o mirando su teléfono por lo tanto no tiene que hablar con nadie. Esto funciona bien, de alguna manera – la mirada fija en su bebida o el desplazarse a través de su correo electrónico ayuda a Bruno a mantener su ansiedad bajo control.
Pero cada vez que se dirige al baño de hombres o saca su teléfono en una fiesta, su creenciade que es socialmente torpe se vuelve un poco más fuerte. Cada vez que se evita hablar con la gente con el fin de disminuir su ansiedad, la creencia se refuerza de nuevo. ¿El resultado? Su propia evitación convence a su cerebro que hablar con la gente en las fiestas debe ser muy, muy peligroso.
En conclusión, la evitación enseña a tu mente que lo que estás evitando es peligroso,incluso si es sólo hablar sobre el clima.
Este hábito tóxico hace tu mundo más pequeño
Cuando evitamos a lo que tememos, no sólo crece el miedo en nuestras mentes, sino que también evitamos los lugares a los que solíamos ir, las personas y con las cosas con las que se supone deberíamos pasar el tiempo.
La ilustración más clara de esto proviene de personas que sufren de ataques de pánico.
Por ejemplo: “Patricia” tuvo un ataque de pánico en el gimnasio, por lo que dejó de hacer ejercicio, pensando que no debía esforzarse. Pero luego tuvo otro ataque en una sala de conferencias llena de gente del trabajo y se tomó un tiempo para superar la humillación y mentalizarse a sí misma para volver. Después de un tercer ataque, cayó en la cuenta de que probablemente no debería estar conduciendo. En resumen, en el espacio de tres ataques de pánico, la evitación de esfuerzo, del trabajo y de conducir habían estrechado su mundo esencialmente a pasar todo el tiempo descansando en el sofá.
Por supuesto, la evitación no es siempre tan extrema. Pero la evitación sutil puede aspirar el disfrute de la vida, también. Así que piensa en qué área de tu vida no estás satisfecho/a. Si estás solo, puedes ser evitar situaciones sociales. También, si estás resentido, es posible que estés evitando comunicar tus necesidades. Si comes compulsivamente, considera la posibilidad de que estás evitando encarar otras emociones difíciles. Por supuesto, no todos los problemas pueden ser explicados por la evitación, pero con demasiada frecuencia, evitar nuestros temores se convierte en un hábito. Así podríamos vivir nuestras vidas tratando de esquivar el elefante en la habitación.
La evitación mantiene los problemas de salud mental
Uno de los mejores psicólogos que conozco me comentó: “La característica que define la enfermedad mental es la evitación.”
Y tiene razón: la evitación es el núcleo del trastorno de estrés postraumático, pánico, ansiedad social, y cada fobia en existencia. Es también un importante motor de la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo. Incluso tiene su propio trastorno de la personalidad, apropiadamente llamado trastorno de personalidad por evitación.
OK, si la evitación es tan mala, ¿que debemos hacer en su lugar? ¿Qué es lo contrario de la evitación o evasión? La respuesta es la exposición, que es el término técnico para hacer frente a los miedos. ¿Como hacer eso? Manténte en sintonía – voy s a cubrir las mejores maneras de abrir los ojos y los oídos, la próxima semana.
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