Lo que creemos impacta directo en nuestra mente, modo de actual y por lo tanto: nuestra vida. Hay algunas creencias vinculadas a la depresión, como descartar lo positivo, o sacar conclusiones apresuradas, sin embargo, hay 2 que destacan.
Existen docenas de factores de riesgo para la depresión, pero la forma en que pensamos de nosotros mismos se lleva la mayor porción de la gráfica. Aquí te revelo dos creencias que influyen en la depresión, además de cómo cuestionar estos pensamientos.
En nuestro bagaje psicológico, todos llevamos creencias que dan forma a cómo nos movemos a través de nuestra vida. Pueden ser sobre el mundo, con creencias positivas como “Generalmente se puede confiar en las personas” o no tan positivas como “La vida no es justa.”
Parte de las creencias vinculadas a la depresión incluyen las creencias sobre el futuro. En el contexto depresivo, la persona percibe que el peligro ya ha pasado y las cosas ya están perdidas, con afirmaciones como: “Las cosas por lo general no funcionan para mí”, o “Las cosas nunca van a mejorar.”
El mayor peso en este bagaje son las creencias sobre nosotros mismos. Y cuando se trata de preparar el terreno para la depresión, un estudio realizado en 2009 del Journal Cognitive Therapy and Research, encontró que hay dos grandes creencias o pensamientos que son particularmente tortuosos.
Ahora te presento estas dos creencias que puedes estar cargando, además, sabrás cómo vaciar ese peso y remplazarlo con creencias que no sólo son más precisas, sino que se ajustan a ti, y tu viaje será más cómodo.
Creencia 1: Tengo que Agradarle a todo el mundo
Hay muchas variaciones sobre el tema de “Tengo que agradarle a todo el mundo” –puedes llamarlo el esfuerzo inútil de complacer a la gente. Tal vez tu versión vaya más ligada al pensamiento “Mi valor depende de cómo me ven los demás“, o “Lo que la gente piensa de mí es realmente importante.” Cualquiera que sea su forma, esta creencia nos prepara para sufrirla.
¿Por qué? Pues bien, el problema con esta creencia es que pone a nuestra felicidad en las manos de otros. No podemos controlar cómo reaccionan los demás, piensan, o si nos van a juzgar o no.
¿Cómo trabajarlo?: El antídoto para la dependencia NO es construir una fortaleza para la soledad. (Incluso los grandes héroes tienen sus aliados). El aislamiento también aumenta el riesgo de depresión, además que estar solo no es muy divertido.
Entonces, ¿cuál es la solución? Es algo que se llama reestructuración cognitiva. La reestructuración cognitiva es un proceso en el que colocamos una luz brillante en la creencia que no funciona, pregúntate “¿Es esto realmente cierto?” y busca una nueva creencia, más precisa. Nota que no dije creencia más feliz. Nuestro objetivo no es dar una palmadita de recupérate a nuestro viejo pensamiento, poco saludable. En cambio, el objetivo es remplazar nuestra creencia con algo que suene claro, verdadero y nos permita avanzar.
Entonces, ¿cómo reestructurar el pensamiento, “Tengo que agradarle a todo el mundo”? Lo mejor es retirar la necesidad que implica el “tengo que” y el absolutismo de “todo el mundo”. Por ejemplo, considera cambiarlo a “Probablemente a muchas personas les agrado”. Resulta mucho menos urgente. Puedo oír ya un suspiro de alivio 😌
También puedes quitar por completo el énfasis en las opiniones de la gente. Por ejemplo, podrías intentar “Si estoy en general contento conmigo mismo, las personas adecuadas me encontrarán”. Todos anhelamos amor y aprobación, eso es parte del ser humano, pero el amor incondicional y la aprobación de todo el mundo no es necesario, o incluso posible. Y para muchos de nosotros, no es especialmente posible obtener la aprobación de la familia en que nacimos. Pero esta bien. Cada uno con su cada cual, es simplemente cuestión de encontrarlos.
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¿Cuál es la segunda, de estas creencias vinculadas a la depresión? Continúa leyendo para averiguarlo.
Creencia 2: Tengo que ser Perfecto
Esta creencia tiene más variantes que el pasillo de cereales en el supermercado. Echa un vistazo a estas variaciones:
- “Si fallo en mi trabajo, soy un fracaso como persona”,
- También, “Si no entiendo por completo, significa que soy estúpido/a”,
- “Si no puedo seguir el ritmo de todos los demás, soy inferior”,
- Y: “Si meto la pata en esto, seré un completo fracaso”.
Bien, así que ¿por qué la creencia “tengo que ser perfecto” nos prepara para la depresión? Es el aspecto de todo o nada: aquí no hay escala de grises, todo lo que hay en este tipo de pensamiento es negro o blanco. Si no somos perfectos, somos un fracaso. Y lo peor, nos deja pensando que nuestra autoestima es equivalente a nuestro rendimiento, “si no llevamos a cabo cada cosa perfectamente, carecemos de valor”.
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¿Cómo desafiar este pensamiento?: El antídoto para el perfeccionismo no es la adopción de estándares mediocres, es mejor mantener los estándares altos pero alcanzables y permitir cierta flexibilidad. Y, por supuesto, trabajar en la reestructuración cognitiva. Una vez más, el objetivo no es transformar la creencia a algo más positivo, sino a algo que sea más preciso… más real.
Entonces, ¿cómo reestructurar “Tengo que ser perfecto”? Una forma es hacerlo sobre el proceso, no el resultado. Por ejemplo, podrías decirte: “Trabajo duro y hago un buen esfuerzo.” o, “Vivo de acuerdo con mis valores”.
Otro error es rechazar del todo la idea de perfección o mejora. Por ejemplo, trata de sustituir el, “estoy bien como soy”, o el conformista “para que me molesto”. Es curioso: una vez que dejamos de intentar ser perfectos, dejamos de preocuparnos por nuestros defectos.
Y para concluir:
Al igual que la grama en un jardín, estas dos graves creencias disfuncionales pueden haberse extendido por toda tu mente, por lo que es importante recordar que no van a desaparecer de forma inmediata. Puedes tomarte algún tiempo eliminar todo, pero con un poco de atención y cuidado en la poda, puedes dar forma a tus creencias en algo mucho más hermoso.
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